Saturday, April 29, 2006




Mamá yo quiero saber... dónde está el compromiso de los intelectuales

Mientras algunos intelectuales puertorriqueños colaboramos para establecer la hoja de la ruta de unidad y descolonización nacional en los albores del siglo XXI, otros intelectuales agitados en su carrera por el prestigio individual se han unido a la agenda de desinformación del régimen colonial. Por ejemplo, Ramón Grosfoguel, de la Universidad de California y Vilma Santiago, de Cornell, recientemente se prestaron para minimizar el impacto del asesinato político de Filiberto Ojeda Ríos. En entrevista con El Nuevo Día intentaron menospreciar el clamor del pueblo puertorriqueño que exige se esclarezca este crimen contra los derechos humanos y contra nuestro derecho a la autodeterminación. En las palabras de Georg H. Fromm (2004) este tipo de intelectuales tiende a “estar a la sombra de los poderosos y en sintonía con las modas, con los vientos que soplan de otras latitudes más prestigiosas; es una debilidad muy cultivada, por desgracia, entre los gurús del patio.”
No obstante, observamos el surgimiento y la consolidación de un liderato intelectual comprometido con la justicia social y con la descolonización nacional. Los trabajos más recientes del Profesor Carlos Rivera Lugo, el liderato de la Dra. Anayra Santori, portavoz de la Coordinadora Nacional Rompiendo el Perímetro, los esfuerzos de los y las jóvenes de la Nueva Escuela y la red de solidaridad con Vieques y con nuestros prisioneros políticos son prueba de que los sociólogos Luis Nieves Falcón, Nelson Canals y el siempre presente Manuel Maldonado Denis tienen un relevo intelectual orgánico. Se trata de una serie de intelectuales que están vinculados a una clase o bloque social al margen de los poderes y el régimen tradicional. Artistas, maestros y maestras de escuela, líderes sindicales, ambientalistas, periodistas y pacifistas cuya agenda también está en la ruta de la descolonización.
Los orígenes, el carácter y la formación de la nacionalidad continúan siendo eje de las controversias intelectuales y surtidor para la movilización colectiva por el cambio social en Puerto Rico. La vida, la obra y la muerte de Filiberto Ojeda Ríos provocan un nuevo examen sobre el espiral de violencia colonial que padece todo el pueblo en nuestra Isla y en los EEUU. Aunque los intelectuales cosmopolitas de origen puertorriqueño se mantengan bajo la sombra de los poderosos, colaborando con su agenda imperialista, los intelectuales orgánicos de la clase trabajadora retan las estructuras coloniales de poder y contribuyen directamente en el diseño de su nación.
En la actualidad, la polémica local sobre la nacionalidad está marcada por los intelectuales que la afirman, los que la examinamos críticamente para revelar su contenido de clase y por otro lado, los académicos cosmopolitas que la niegan, tales como Grosfoguel (1997; 2003), Laó (1997) y Negrón (1997), valiéndose de las generalizaciones mecánicas del “sistema histórico mundial”. Estos últimos tienden a confundirse con los posmodernistas criollos como, por ejemplo, Pabón (2002) entre otros, en sus acercamientos metafísicos sobre el nacionalismo, la nación y la nacionalidad. Es muy probable que el lector advierta que estos académicos coinciden con los intelectuales colaboradores que denunció Fanon (1961), aquéllos que se dieron a la tarea de plantear que “Argelia no es una Nación, no ha sido jamás una Nación, no será jamás una Nación” (Fanon 1999: 225).
Por otro lado, Aijaz Ahmad (1997) ha planteado que los intelectuales que luchan en contra del imperialismo desde el nacionalismo anticolonial tienen la oportunidad de subvertir el orden proponiendo relaciones sociales democráticas, inclusivas y solidarias. En el caso de Puerto Rico, podemos observar un bloque de intelectuales progresistas orgánicamente vinculados a las luchas populares que forman parte de una propuesta antiimperialista democrática. Desde el 23 de septiembre notamos una serie de ensayos de Ana Lydia Vega, Magali García Ramis, Héctor Meléndez y Carmen Dolores Hernández entre otros, que comienzan a poner en justa perspectiva el asesinato político de Filiberto y el frágil balance de poderes de la relación colonial con los EEUU.
El profesor Elizam Escobar, prisionero de guerra de las FALN liberado en 1999 nos indica en una entrevista con Claridad que “En Puerto Rico unos viven más en la colonia y otros en la nación. Claramente se afirma la nación negando en lo posible, desde donde sea necesario, las estructuras coloniales sin que esto suponga escapar de la realidad.” (2004). En el discurso de Elizam Escobar hemos notado que los activistas e intelectuales nacionalistas suelen tener una visión más comprensiva y crítica del nacionalismo desde la afirmación de la nacionalidad que los intelectuales cosmopolitas que dependen de las instituciones en la metrópoli.
En la entrevista, Escobar añade que “La afirmación puertorriqueña o de lo puertorriqueño viene de o tiene varias vertientes. Se podría entrar a clasificarlas pero se terminaría en una sociologización inútil. Basta con mencionar que no se trata de un puertorriqueñismo tradicionalista sino de fortalecer críticamente todo aquello que es imprescindible, sin lo cual no tendríamos sentido como cultura ni todo el espacio creativo que se apoya y parte de este sentido nacional hacia otro sentido de lo existencial universal. Vale decir aquí también que tanto el puertorriqueñismo retrasado, tradicionalismo sin vitalidad ni visión, como el postmodernismo conservador resentido tienden a escapar de la realidad concreta. Son incapaces teórica y prácticamente de hacer el recorrido necesario para llegar a transformaciones radicales, revolucionarias, porque han perdido contacto con lo histórico, la historicidad.” Esta cita evidencia que es posible desear, soñar, proponer y construir la nación desde una perspectiva critica comprometida.
La obra más completa hoy, sin ánimos de restar valor a la contribución de otras, sobre el desarrollo ideológico del nacionalismo puertorriqueño es El sueño que no cesa: la nación deseada en el debate intelectual y político puertorriqueño 1920-1940 de Rodríguez Vázquez (2004). Esta obra, bitácora o mapa sobre el nacionalismo, no es una apología amigable ni una caricatura posmoderna del mismo. Este “sueño que no cesa”, puede ubicarse entre la selección de obras importantes sobre el tema tales como La nación en la orilla de Luis F. Coss (1996) una respuesta acertada al pesimismo de Carlos Pabón, Manual para organizar velorios de Rafael Bernabe (2003) un examen crítico del nacionalismo conservador y del posmodernismo de vitrina o superficial y Puerto Rican Nation on the Move de Jorge Duany (2002) obra que plantea la vital contribución de la comunidad puertorriqueña desde sus bases en el continente norteamericano. En este texto Duany destaca como se identidad se transforma y recrea trasnacionalmente en el vaivén de emigrantes, movimientos políticos y culturales entre EEUU y Puerto Rico.
Mientras algunos intelectuales se arriman a la sombra del régimen colonial otros vamos reflexionando sobre la hoja de ruta que nos permita descolonizarnos. Tenemos la obligación de analizar y denunciar el espiral de violencia colonial que se expresa en la desigualdad económica y el discrimen político y racial que padece nuestra nación. Ante el asesinato político de Filiberto y el récord de agresiones del FBI en Puerto Rico, tenemos que demandar el cese de todas las operaciones y la salida del FBI de nuestra nación. Como platearon Frantz Fanon y Aijaz Ahmad, tenemos la obligación intelectual de participar activamente en el proceso de liberación de nuestro pueblo proponiendo nuevas metodologías para la unidad, la acción y la autodeterminación nacional.

Dr. Michael González Cruz Sociólogo